Atrevida palabra para empezar un artículo, ¿verdad? Pero lo cierto es que nos hemos olvidado de “jodernos” y aceptar la vida tal y como es. No me malinterpretes, no hablo de resignarse ni de sufrir sin sentido, sino de comprender que la vida también incluye frustración, esfuerzo y momentos incómodos. Y sin embargo, cada vez estamos menos acostumbrados a ello.

Durante generaciones, hemos soportado demasiadas cargas emocionales. Hoy en día, como respuesta a ese pasado, tendemos a compensarlo con sobreprotección y evitación. Pero, ¿realmente nos está ayudando?

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Sobreprotección: Cuando el amor nos deja sin recursos

¿Te ocurre que sientes que ciertas situaciones te sobrepasan? ¿Necesitas constantemente validación externa para tomar decisiones? ¿Te sientes en alerta, como si algo malo pudiera ocurrir en cualquier momento?

Todas estas sensaciones pueden ser consecuencia de una infancia marcada por la sobreprotección. Y aquí es importante recalcar algo:

🔹 Nuestros padres nos dieron lo mejor que pudieron con los recursos que tenían. Nos amaban y querían protegernos del sufrimiento. Pero, a veces, esa protección excesiva nos impidió desarrollar herramientas para enfrentarnos al mundo real.

Ejemplo de sobreprotección: La historia de Hugo

Hugo tiene 2 años y su mamá hace todo por él. Le da de comer, le viste, hace sus tareas con él y le evita cualquier situación de riesgo. Mamá cree que así le protege y evita que pase lo que ella sufrió de niña, cuando tuvo que aprender todo sola.

El problema es que, con el tiempo, Hugo crece sin experimentar frustraciones ni ansiedad ante los retos. En la adolescencia y adultez, su falta de herramientas le lleva a:

✅ Sentir que no es capaz de enfrentarse a los desafíos (baja autoestima y autoconcepto).
✅ Evitar situaciones nuevas por miedo al fracaso.
✅ Estar en constante alerta ante un mundo que percibe como peligroso.

Lo que empezó como un acto de amor, se traduce en una persona con ansiedad y miedo al mundo. En terapia, este patrón se conoce como esquema de vulnerabilidad, una creencia inconsciente de que el mundo es peligroso y que no se tienen los recursos para enfrentarlo.

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Evitación: Cuando desconectamos para no sentir

La otra gran forma de compensación emocional es la evitación. Hoy en día, la mayor representación de la evitación son las redes sociales.

🔹 Piensa por un momento: ¿Cuántas veces has estado triste o ansios@ y has abierto Instagram, Facebook o TikTok sin pensarlo? Ese acto es una forma de evadir la emoción.

Las redes nos dan una distracción inmediata, pero no nos enseñan a gestionar lo que sentimos. No hay un procesamiento real de la emoción, solo un escape temporal.

📌 Otras formas de evitación incluyen:

• Consumo de alcohol o drogas.
• Juego o apuestas.
• Trabajo excesivo.
• Relaciones basadas en dependencia emocional.

Cuando evitamos sentir, nos privamos de la oportunidad de crecer y fortalecer nuestra resiliencia emocional.

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Aceptar la frustración: El camino hacia la fortaleza emocional

Entonces, ¿cuál es la solución? Aprender a tolerar la frustración y gestionar nuestras emociones en lugar de evitar sentirlas.

💡 Algunas claves para ello:

• Reconocer lo que sientes sin juzgarte.
• Aceptar que la vida no siempre es cómoda y que crecer implica retos.
• Salir de la zona de confort de manera progresiva.
• Enfrentar los miedos en lugar de evitarlos.
• Permitir que los niños experimenten dificultades y aprendan a solucionarlas.

La frustración no es el enemigo. Es parte del proceso de aprendizaje y crecimiento. Cuanto antes aprendamos a convivir con ella, más preparados estaremos para afrontar la vida con seguridad y confianza.

Si te ha resonado este artículo y quieres trabajar en tu bienestar emocional, puedo acompañarte en ese proceso.

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